“El
imperio mostrará en las próximas décadas su rostro más tremendo y llegará a
cometer dentro de su escalada de destrucción y muerte, errores que terminarán
por sepultarlo”. Así lo sentenciaba en una de sus tantas alocuciones,
fundamentales para la batalla de ideas, el comandante Fidel Castro en
2003. Como siempre, Fidel no se ha
equivocado en la ferocidad imperialista. Basta recordar todo lo ocurrido en los
últimos años en Irak, Afganistán y Libia, o en las entrañas de Latinoamérica y
el Caribe, con los golpes exitosos en Honduras y Paraguay, o la injerencia
descarada practicada contra Venezuela, Ecuador y Bolivia, por citar sólo
algunos ejemplos.
Pero
siempre hay algo más brutal en esta escalada, y para ello, el imperio yanqui y
sus aliados genuflexos de la Unión Europea, han contado con la lealtad de ida y
vuelta del sionismo, quienes no satisfechos con la ocupación y despojo
producido desde 1948 en adelante contra el pueblo palestino, han ido probando
diversas alternativas –violentas y guerreristas todas ellas– para aplastar la
resistencia y concluir su misión de echar –ellos sí y no al revés como
históricamente ha sugerido el victimismo sionista– a los palestinos a la
muerte, o el destierro en la mejor de las circunstancias.
En
una nueva vuelta de tuerca letal, otra vez lo han intentado, generando más de
dos mil palestinos y palestinas muertas, alrededor de 11 mil heridos, y
asesinando, como nuevos Herodes, a más de 550 niños y niñas.
Sin
embargo, el paso dado en esta ocasión por el sionismo y sus padres putativos
asentados en Washington, marca lo preanunciado por Fidel. No sólo no lograron
sus objetivos de ocupar Gaza y “concluir la tarea” de exterminio total del pueblo
palestino, apoderándose, de paso, de los yacimientos gasíferos de esa
zona, sino que fueron derrotados por una
Resistencia unificada que peleó como sólo lo saben hacer quienes persiguen una
causa justa.
Como
evidente consecuencia de este revés, puede constatarse que jamás, desde que el
contubernio internacional les “regalara” su existencia como Estado –hace ya 66
años– Israel ha estado tan expuesta y vituperada por sus prácticas genocidas. A
pesar de contar con el apoyo sostenido
de las corporaciones mediáticas, en las que el lobby sionista tiene gran
influencia, la opinión pública pudo ver imágenes, escuchar relatos,
horrorizarse e indignarse, con las atrocidades cometidas por Israel contra
seres humanos, instalaciones, infraestructura, y todo aquello que significara
presencia palestina en Gaza. No sólo allí, sino
también llevando esa barbarie contra la población resistente de
Cisjordania.
Si a
todo ello se le suma el embargo total y las fronteras cerradas a cal y canto
durante nueve largos años, sufrido por el pueblo gazatí, se puede tener una
radiografía certera de que lo cometido por Israel no tiene otro nombre que
Holocausto, como lo denunciaran Fidel, Evo Morales, Nicolás Maduro, Rafael
Correa y Daniel Ortega, entre otros.
La solidaridad latinoamericana y
caribeña
Si
hay algo que ha cambiado cualitativamente con respecto a otras instancias de la
agresión sionista, es que ahora los palestinos y palestinas ya no están tan
solos en la pelea. Basta recordar como, desde la llegada del Comandante eterno
Hugo Chávez al gobierno venezolano, se puso a la vanguardia en la condena a las
atrocidades sionistas, sumándose a la posición histórica en ese sentido que
siempre tuvo Cuba Socialista.
Aún
resuena en los oídos del mundo ese grito desgarrado de dolor lanzado por Chávez
cuando frente a la muerte producida en Gaza por las bombas israelíes, dijo:
“Maldito seas Estado de Israel, terrorista y asesino”, produciendo la inmediata
ruptura de relaciones.
En
esa misma línea, el presidente Nicolás Maduro condenó ahora este nuevo genocidio, pero como suele hacer
la Revolución Bolivariana no se quedó en una simple declaración sino que puso
en marcha la solidaridad efectiva fletando un avión de la Fuerza Aérea cargado
de medicamentos, alimentos y otros productos necesarios para enfrentar la
durísima situación en Gaza. En ese marco, se produjo el abrazo emotivo con el
canciller palestino Riad Al Malki, quien agradeció a la Revolución su gesto y
le prometió al pueblo venezolano que “Palestina no se rendirá jamás”.
Por
otra parte, hay que destacar la decisión del presidente boliviano Evo Morales,
quien no sólo condenó a Israel como “Estado terrorista”, sino que en virtud de
ello impuso la utilización de una visa para cualquier ciudadano israelí que
viaje a Bolivia. O las expresiones
claramente sancionadoras hacia Israel producida por todos los países del Alba,
a la vanguardia de lo que luego efectuaron otros países de la Unasur.
Coincidiendo
con estas decisiones gubernamentales, los pueblos del continente (y de todo el
mundo) se movilizaron activamente apoyando a Palestina y condenando a Israel.
Reactivaron de esta manera, la idea central de uno de los mecanismos de la
protesta anti-sionista: la campaña de Boicot, Sanciones y Desinversiones (BDS)
que tanto le duele a Israel y sus defensores.
Riad al Malli, ministro de Relaciones Exteriores palestino durante su visita a Venezuela
Riad al Malli, ministro de Relaciones Exteriores palestino durante su visita a Venezuela
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