El Espejo de Argentina y el Mundo

Año XX - Nº 226 (Segunda época)
Septiembre 2015

12 de mayo de 2015

Cumbre de los Pueblos llena de fervor antimperialista



Mientras en la Cumbre oficial varios de los presidentes nuestroamericanos infligían un duro castigo dialéctico a la prepotencia imperial, muy cerca de allí, otras voces, otros cuerpos, llegados desde las entrañas regionales gritaban al mundo sus verdades. La Cumbre de los Pueblos generaba así un espacio indispensable para que las realidades de los pueblos afloraran de forma transparente.
Megaminería, agronegocios, deforestación de territorios de pueblos originarios, paramilitarismo, represión estatal, narcoestados, fueron algunos de los ítems allí tratados. Junto, claro está, a los temas más álgidos de la coyuntura, como son el bloqueo de más de medio siglo a Cuba Socialista y la amenazadora sentencia de Obama contra Venezuela.
En un marco colorido y bullicioso, 3.500 delegados y delegadas contaron sus experiencias de enfrentamiento a los poderosos pero también la construcción del poder popular lograda en algunos países. Los Sin Tierra de Brasil relataron sus avances en la lucha contra los transgénicos, mientras indígenas lencas, mapuche, aymaras y de otras naciones de Abya Yala expusieron de manera casi sangrante todo lo andado hasta el presente para sacudirse de encima el accionar nefasto de las transnacionales que arrasan sus tierras ancestrales.
Las mesas de trabajo abordaron temas como Neoliberalismo y Derechos Humanos; Seguridad Social y Calidad de Vida; Libertad Sindical, Migraciones y Derecho a Huelga; la lucha del campesinado por la tierra o la invasión a Panamá por parte de Estados Unidos en 1989.
Fue precisamente este último capítulo el que generó momentos de alta emotividad, no sólo por el relato de Trinidad Ayola, presidente de la Asociación de Familiares de las Víctimas del 20 de Diciembre de 1989, cuando Estados Unidos descargó todo su odio contra el pueblo panameño, asesinando a miles en el popular barrio El Chorrillo, sino también por la visita del presidente Nicolás Maduro a esa zona emblemática, para  confraternizar con sus pobladores.
Tanto Evo Morales como Raúl Castro, Rafael Correa y Maduro fueron activos protagonistas de este encuentro entre pueblos. Cada uno a su turno celebraron en sus discursos la presencia de Cuba en la VII Cumbre de las Américas, mostrándolo como un fracaso de más de 50 años de agresión norteamericana, pero también advirtieron a Barack Obama que el proceso de normalización de relaciones diplomáticas no es una dádiva de Estados Unidos, sino la victoria de la Revolución Cubana, del derecho internacional y la autodeterminación de los pueblos. Así como señalaron que el bloqueo económico que persiste contra Cuba debe ser eliminado.
El evento se inició con el cantar indispensable, de sentimiento y razón, del trovador Silvio Rodríguez. Y el final fue un latigazo antimperialista y anticolonialista traducido en un manifiesto consensuado. “Nosotros, los Pueblos de Nuestra América, expresamos nuestro firme respaldo a la Proclamación de América Latina y el Caribe como Zona de Paz y libre de colonialismo”, comienza señalando la Declaración final.
En ese marco, se rechaza el acoso militar, agresiones y amenazas de toda índole que despliegan Estados Unidos y sus aliados estratégicos contra la Región a través de Bases Militares, Sitios de Operaciones e instalaciones similares, que sólo en los últimos cuatro años han pasado de 21 a 76 en Nuestra América, 12 de ellas en Panamá, y se exige la derogación del pacto de Neutralidad, que permite la intervención militar norteamericana a la República de Panamá.
Como no podía ser de otra manera, se enfatiza en respaldar a Cuba y Venezuela frente a las continuas agresiones recibidas por parte del Imperio, y se reafirma que Puerto Rico es una nación Latinoamericana y Caribeña, con su propia e inconfundible identidad e historia, cuyos derechos a la Independencia y la Soberanía son violados por una tutela colonial impuesta hace más de un siglo de forma arbitraria por parte del imperialismo norteamericano.
Después de valorar el rol que cumplen los organismos de integración regional (Unasur, Celac, Alba, entre otros) la Declaración convoca “a luchar y defender nuestros recursos naturales, la biodiversidad, la soberanía alimentaria, nuestros bienes comunes, la Madre Tierra y la defensa de los derechos ancestrales de los pueblos originarios y las conquistas y derechos sociales. La lucha por el empleo, el trabajo y salario digno, la seguridad social, las pensiones, la negociación colectiva, la sindicalización, el derecho de huelga, la libertad sindical, salud ocupacional, los derechos económicos y sociales, el respeto a los migrantes y afro descendientes, la erradicación del trabajo infantil y esclavo, justicia con equidad de género”.
Otra vez, a pesar del ninguneo informativo de la grandes corporaciones, la voz de los pueblos no pudo ser acallada. Más aún, cuando los reclamos de ambas Cumbres coincidieron en clave antimperialista.
 

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