Cómo actuar ante la segunda vuelta
"Porque estoy con Cristina, estoy con Filmus". Esta consigna empapeló las calles de la Capital Federal durante la campaña electoral. Con tal programa de acción el 10 de julio Daniel Filmus obtuvo el 27,78% de los votos, sumadas dos colectoras que aportaron 6% cada una. El Frente para la Victoria, sigla presidencial, recibió entonces poco más del 15%. El ultraderechista Mauricio Macri, actual jefe de gobierno, alcanzó el 47,08%. El voto a Macri fue particularmente elevado en la franja de ciudadanos entre 19 y 30 años. El joven primer candidato a diputado de la lista impuesta a la fuerza por la Presidente, Juan Cabandié, obtuvo el 14,4% de los votos frente al 44,7% alcanzado por el rabino Sergio Bergman, un personaje de vodevil, políticamente inexistente y reaccionario como pocos. He allí la realidad del fantasioso aluvión juvenil dispuesto a combatir por el oficialismo. La consigna se ha invertido: "No estoy con Filmus, porque no estoy con Cristina".
Esta debacle electoral del kirchnerismo ha sido explicada por sus acólitos como un giro ultraderechista del electorado. Analizaremos más abajo semejante afirmación. Por ahora basta recordar que Macri ganó con amplia ventaja en los barrios más pobres así como en los más ricos; obtuvo la totalidad de los 15 jefes de Comunas puestos a elección y en 13 Comunas tiene la mayoría de los integrantes (comuneros). El desparpajo de culpar a la sociedad en lugar de asumir responsabilidades frente a los propios actos cubre la distancia entre oportunismo y complicidad con la estrategia de confusión y desarme popular llevada a cabo por las clases dominantes.
Como sea, según este resultado Cristina Fernández no tiene el respaldo en votos que la licantropía de estos tiempos le atribuye. Las próximas elecciones del 24 de julio en Santa Fe, la segunda vuelta en Capital Federal una semana después, en Córdoba el 7 de agosto y, sobre todo, las Primarias Abiertas y Obligatorias del 14 de agosto, despejarán esa incógnita. Es posible adelantar sin embargo que en la proporción 72 a 28 se repiten a la baja los resultados nacionales de las legislativas del 28 de junio de 2009, cuando el perdedor fue Néstor Kirchner por un total general de 70 a 30. Esto no supone dar por sentado la derrota del oficialismo en las presidenciales. Es de tal magnitud la degradación del resto de la dirigencia burguesa que no podría sorprender una victoria del FpV el 23 de octubre. Así como no sorprende la victoria de la Alianza en 1999, o relámpagos exitosos de posteriores luminarias fugaces (Carrió, De Narváez, etc).
Tan elocuente como el fiasco oficial fue el sufrido por Proyecto Sur. En un lejano tercer lugar apareció Fernando Solanas con el 12,82%. En esto desembocó la ilusión de que se puede reemplazar organización por personalismo, democracia por autoritarismo, teoría por cambalache y trabajo de masas por apoyo del multimedios Clarín.
Muy por debajo de la línea de flotación quedó el así llamado Frente de Izquierda y los Trabajadores, que pese a haber sumado las potencias de tres formaciones desde siempre enfrentadas y ahora en bloque sin otra razón que el objetivo explícito de salvar el registro electoral, llegó a la meta con el 0,77% de los votos.
Como lo hemos hecho año tras año, hay que reiterar que estos números son falsos. Porque se computan sin tomar en cuenta las abstenciones, los votos en blanco y los anulados: sobre algo menos de 2 millones 500 mil electores, hubo una abstención del 27% (el porcentaje obtenido por el oficialismo), 22.543 votos en blanco (el doble de lo obtenido por el denominado Frente de Izquierda y los Trabajadores) y 16.913 sufragios anulados e impugnados.
¿Buenos Aires fascista?
Ante todo, los números. Si se suma el 30% que se abstuvo, votó en Blanco o anuló su voto, el Pro obtuvo el 10 de julio alrededor de un 32%. El electorado porteño dividido en tercios es un dato antiguo. Pero además, es evidente que el grueso de la Unión Cívica Radical votó contra el gobierno nacional y apeló a Macri para hacerlo.
Ahora bien, no la ciudad de Buenos Aires, sino el país todo, desde hace años ya, corre el riesgo de una eventual deriva reaccionaria. El oportunismo de quienes se presentan como dirigentes de izquierda y actúan en función de sectores del capital es el factor de mayor peso en la conducta de sectores medios que oscilan constantemente entre izquierda y derecha.
Los crímenes políticos cometidos por el Frente Grande y el Frepaso primero, ahora por el Frente para la Victoria y Proyecto Sur (se trata prácticamente de los mismos actores) son los que explican la confusión y desorientación de las mayorías. Ellos fueron responsables no sólo de sucesivos fracasos sino de bloquear la edificación de un partido de masas, antimperialista y anticapitalista, democrático y plural. La ausencia de tal herramienta de futuro confunde a las masas, las deja huérfanas de perspectiva política, mientras son empujadas por la crisis estructural del sistema y por la voluntad de rechazo a las políticas de las clases dominantes.
Por ese espacio se cuela el bloque frankensteiniano armado en torno de Macri, obra de la "internacional negra", que encolumnó tras la sigla Pro al Vaticano, sionistas y liberales (los nombres visibles a escala internacional son José Aznar, Álvaro Uribe y Eduardo Duhalde, además de varios intelectuales a sueldo de la CIA). En tiempos de bajamar para el capitalismo mundial, estos sectores ultrarreaccionarios, tradicionalmente enfrentados entre sí, se expresan en un frente único de contenido fascista con discurso democrático burgués. Pero lo notable, el signo distintivo de la coyuntura argentina, no es el lugar electoral ocupado por la representación de la ultraderecha internacional, sino el hecho de que ésta deba camuflarse con ropajes democráticos (¡y progresistas!) y aún así el arco opuesto a su política supere largamente el 70% (hay que insistir: un elevado porcentaje de lo obtenido por Macri no son votos propios y no se mantendrán allí en cualquier circunstancia).
Por tanto no es el chantaje ni la aritmética lo que debe guiar la posición ante la segunda vuelta el 31 de julio. Filmus no es el mal menor. Actuar según esa lógica primaria es tan nefasto como pensar que "cuanto peor mejor". Quienes con tales categorías se presentan como dirigentes harían mejor en estudiar historia y, en muchos casos, repasar su propia trayectoria.
Cómo salir de esta encerrona
Hay algo peor que ser oportunista: serlo y perder. En tales casos, a la ausencia de perspectiva estratégica se suma la falta de percepción táctica. El conjunto de tendencias y agrupamientos autodefinidos como progresistas que por una u otra vía, con o sin colectora, se sumó a la candidatura de Filmus, logró un doble oprobio: perder sin gloria y empujar al electorado a buscar el voto útil para derrotar al gobierno. El voto por "el mal menor" resultó un mal mayor. Ese conjunto con poco o nada en común entre sí y con el oficialismo, estuvo dispuesto a seguir a Filmus y, como él, aceptar humillarse más allá de todo límite con el objetivo de receptar el enorme caudal electoral que la Presidente supuestamente acumula.
A última hora del domingo 10 Filmus dio un discurso propio de quien ha perdido todo contacto con la realidad. Fue el discurso de quien comprendiendo el desastre político del que ha sido parte subordinada, huye como autómata hacia delante, empujado por la lógica de... ¡sus aliados de izquierda! quienes se opusieron así a la tendencia anunciada desde la residencia de Olivos, según la cual el oficialismo no debía ir a segunda vuelta, porque la Presidente tendría así una doble derrota dos semanas antes de la prueba del 14 de agosto. Entre quienes impulsaron a Filmus a hacer un discurso ajeno a la percepción elemental de los hechos, hay grupos que sólo buscan las bolsas y mendrugos de otra campaña electoral, que fatalmente culminará en derrota, acaso más cruda aún que la del 10 de julio.
Pero esas son sólo las manifestaciones repugnantes del oportunismo en situación de colapso. El verdadero problema a afrontar es la forma en que será posible salir de la trampa a la que ha conducido la nefasta conjunción de una política pseudo-reformista de un sector marginal de la burguesía a la que se le sometió todo el arco de izquierdas oportunistas, que a lo largo de dos décadas promovieron formas varias de defensa del capitalismo en crisis.
Es posible que después del 14 de agosto se presente un espacio político objetivo para echar bases sólidas de una herramienta política de masas antimperialista y anticapitalista. No es claro que ese espacio exista antes del 31 de julio para proponer un Voto Protesta con un programa de esa naturaleza, que enfrente de esa manera la absurda opción entre los oficialismos de la ciudad de Buenos Aires y el gobierno nacional.
Aun en esta difícil situación, El Espejo propone negarse al chantaje del mal menor. Y promueve una vez más, aunque en condiciones diferentes, un Voto Protesta apoyado en el programa del Alba y en la necesidad de recomposición política. Decíamos en mayo de 2009 en la "Declaración Huerta Grande-Cordobazo" y repetimos ahora:
"Estamos tras el objetivo de unir social y políticamente a millones de personas; no es posible perder un minuto y menos aún errar en lo fundamental, porque el precio sería dejar al país a merced de fuerzas irracionales ya desatadas, que la crisis exacerbará en todos los terrenos. Es obligatorio actuar con el máximo de responsabilidad, combinando en su mejor expresión la cautela y la osadía".
Quienes se asustan ahora por el espantajo del fascismo son farsantes o ignorantes. El peligro de un capitalismo en crisis y una clase obrera sin horizonte viene de lejos. Por eso repetimos la propuesta del encuentro Huerta Grande-Cordobazo:
“Nos proponemos elaborar un programa y proyectar una fuerza política de y para las mayorías, que conjugue en su máxima expresión la gloriosa historia de nuestro pueblo y de nuestra clase obrera. En consonancia con ese legado y con la realidad de disgregación y ausencia de referencias netas, aspiramos a construir una Federación –que no queremos Santa, sino Revolucionaria- capaz de aunar millones de voluntades en todo el país y con la firme determinación de avanzar codo a codo con nuestros hermanos latinoamericanos encabezados por Cuba, Venezuela y Bolivia”.
Ése es el sentido del voto del 31 de julio en la segunda vuelta por el gobierno de la Capital Federal.
Buenos Aires, 17 de Julio de 2011.
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