Argentina
Elecciones Paso
(Primarias, abiertas, simultáneas, obligatorias)
La derrota del gobierno,
previsible, se consumó. La clase obrera y el pueblo se encuentran ante un
escenario controlado por las clases dominantes. El kirchnerismo, ahora
debilitado, es parte de la defensa del sistema capitalista. La ausencia de una
alternativa política de los trabajadores/as y el pueblo permanece como signo de
la etapa en el marco de una profunda fragmentación.
Las movilizaciones y actos que en unidad de acción
encabezaron la CGT
y la CTA
anunciaban que un amplio sector de los trabajadores enfrentaban al
gobierno. De igual forma, y con los
rasgos de su condición de clase, las capas medias se desplazaban hacia la
derecha orgánica y sus distintos engendros.
Un dato imbatible del gobierno actual es que la política ha
estado a favor de lo más concentrado del capital imperialista, combinado con
núcleos feudales en las provincias. Es esa línea la que habilitó el pago al FMI
con reservas del Banco Central y mantener la deuda externa como trampa de
gravísimas consecuencias para el país.
El panorama
así explicitado es duro, pero no pesimista. Plantarse frente a los hechos
objetivos, tal cual son, es imprescindible para avanzar. Ese es el desafío
para la inmensa energía existente en
colectivos políticos, sindicales, sociales, en la militancia que activa
cotidianamente por derechos, contra el saqueo del territorio, los bienes y la
naturaleza. La necesidad de la construcción política está presente y es asumida
por parte de los trabajadores y juventudes, aunque no se haya logrado todavía
aunar las múltiples resistencias y voluntades. La opción revolucionaria plural,
antimperialista, latinoamericana por el socialismo en el siglo XXI está
latente.
La
iniciativa está en manos del capital y en una virulenta lucha interburguesa.
La desagregación del equipo gobernante es capitalizado hoy
por expresiones (algunas prefabricadas y de plástico) patronales e
imperialistas. Su vigencia está vinculada al ritmo de la crisis capitalista, a
la emergencia de una fuerza genuina de masas de nuestra clase y al ritmo de la
revolución latinoamericana. No hay duda que la resolución política en Argentina
afectará al proceso de unidad latinoamericana y a la fortaleza para responder a
la contraofensiva imperialista.
La
izquierda sectaria, ganada por el electoralismo, busca preservar su reducido
espacio, pero también refleja la disposición radicalizada de un activo siempre
presente. Experiencias frustradas como Proyecto Sur, desbocados en la carrera
electoral de obtención de cargos, culminaron con sectores afines al
Departamento de Estado.
El
estallido del FAP es positivo. Ha dado lugar, en particular en la Ciudad de Buenos Aires, a
la búsqueda de confluencias cuya proyección es incipiente y con profundos
balances en curso. Por un lado está la responsabilidad de la dirigencia que
promovió su incorporación (sectores de la CTA opositora) muestra, en especial en Capital,
una reacción de las bases y dirigencias de no repetir el ciclo reaccionario de la Alianza. La voluntad
de sumarse a la Revolución
en nuestra América, la definición hacia el Alba, fue visible en el Congreso de
CTA Capital, con notable fuerza, y también en las deliberaciones del Congreso
de CTA Nacional. Son parte de la reserva que busca un cauce de organización
política revolucionaria de masas.
Las
consignas que nos unifican son muchas, entre tantas: auditoría de la deuda
externa y suspensión de todas los pagos hasta que esa investigación concluya;
derogación de la ley antiterrorista, ruptura con el G-20 e ingreso al Alba;
recuperación de los bienes naturales, fin del saqueo; eliminación del impuesto
a las ganancias; jubilación del 82% móvil; desconocimiento del contrato de
Chevron; re-estatización de las empresas privatizadas en los 90;
democratización real de los medios de comunicación, derechos de hábitat, salud,
educación, programas de las mujeres, los pueblos originarios.
Hay
basamento e historia de lucha y organización en nuestro pueblo para encontrar
el camino.
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