El Espejo de Argentina y el Mundo

Año XX - Nº 226 (Segunda época)
Septiembre 2015

18 de mayo de 2011

"Disponerse a una auténtica, profunda y responsable identidad unitaria"

Concreción: en medio de creciente descontento frente al curso de las campañas políticas electorales, en Rosario un conjunto de organizaciones da un campanazo de atención y convoca a construir con criterio diferente. Basta registrar las organizaciones involucradas para medir la importancia de la iniciativa: ATTAC (Asociación por una Tasa a las Transacciones financieras especulativas para Ayuda al Ciudadano); CTA (Central de Trabajadores de la Argentina); Constituyente Social; Casa de la Memoria; Carpa de la Unidad; La Asamblea (Granadero Baigorria); MEDH (Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos); MULCS (Movimiento por la Unidad Latinoamericana y el Cambio Social) Regional Rosario; Radio Popular Che Guevara (La Toma); UMS (Unión de Militantes por el Socialismo).




Un conjunto de organizaciones sociales y políticas, sindicales, culturales y religiosas de nuestra región, del Gran Rosario, ha comenzado a transitar el camino del debate y la acción común, con el objetivo de buscar la unidad política colectiva que refleje nuestro actual estado de construcción y nuestras ideas y propuestas.
En un mundo en el que la crisis del capitalismo avasalla sin freno las conquistas históricas de la clase trabajadora, la soberanía de los pueblos y pone en peligro la vida en todo el planeta con la destrucción ambiental, consideramos que en la unidad política de los trabajadores y los sectores explotados del pueblo junto a las organizaciones sociales, políticas, campesinas, de géneros, etc. en torno a un proyecto independiente del poder burgués, descansa la única posibilidad de construcción de una sociedad sin explotados y oprimidos. La división del Campo Popular es tan necesaria para el enemigo, como lo es la Unidad para el campo del Pueblo.
Convencidos de estas necesidades, este conjunto de organizaciones de nuestra región, unimos nuestros esfuerzos en el desarrollo de un proyecto que aporte a la construcción de esa unidad indispensable.
Esto presupone la unidad de lo diverso, no sólo en término de diferencias ideológicas, sino de capacidad y disposición de lucha.
Dar la batalla contra el Imperialismo y el Capitalismo es nuestro ánimo y decisión y hacerlo no en soledad sino unidos en una alianza estratégica que cuestione la estructura básica de la sociedad capitalista, al tiempo que proponga un modelo distinto. En tal sentido consideramos que el proyecto en construcción deberá contemplar una propuesta amplia y unitaria, que exprese una práctica democrática y de respeto en los debates internos y en la relación política con el pueblo y las organizaciones hermanas. Estamos también convencidos que la batalla cultural, subjetiva, la batalla de ideas adquiere una centralidad determinante. Además sostenemos que ante las propuestas posibilistas, y las dogmáticas sectarias y autoproclamatorias, es necesario y posible construir un proyecto de nuevo tipo que supere estas limitaciones.
Este conjunto de organizaciones sociales y políticas anhela reunir en su seno a protagonistas de la organización y lucha de los trabajadores y trabajadoras, de los desocupados, de las comunidades originarias, de los campesinos, estudiantes e intelectuales, de la cultura popular. Al mismo tiempo deberá tener la capacidad de dialogar e incorporar a mujeres y hombres que, indignados por la opresión del sistema, no se sienten representados por las organizaciones políticas existentes. Frente al avance capitalista y burgués que avasallan las conquistas sociales y democráticas debemos apelar a la unidad de acción con todos los sectores oprimidos y excluidos de nuestra sociedad.
Este camino de unidad será herramienta para la construcción de un instrumento político con carácter antiimperialista, anticapitalista, latinoamericanista y socialista.
Sin perder nunca la identidad propia de cada organización social y política , su propia autonomía, sus propios objetivos específicos, su organización interna y sus autoridades, su propia autodeterminación y su accionar, sus opciones y decisiones propias. Intentar ser un colectivo como movimiento político que nos trascienda, nos refuerce y repotencie, desde abajo, horizontal, en el que nadie sea asimilado. Un movimiento con amplitud y flexibilidad en sus formas, con una clara vocación de poder y de disputa de la hegemonía ideológica política, cultural y económica del imperialismo y la burguesía local, con capacidad para: articular la diversidad de nuestras identidades, incorporar la pasión de nuestras voluntades, generar relaciones sociales que anticipen la sociedad futura y luchar con infinita alegría siendo entusiastas comunicadores de lo que vivimos y hacemos por concretar nuestros sueños, en suma, crear una organización de nuevo tipo con voz distinta, con metodología y práctica distintas, con fortaleza y energía militante para enfrentar las dificultades y desafíos actuales y futuros, con objetivos comunes y con propuestas propias, nuevas e inéditas que nos permitan proyectarnos en la sociedad.
De la paciente construcción, de la firmeza en los principios, y de la flexibilidad en las formas que sepamos adoptar, dependerá también nuestro avance colectivo.
Y a esta unidad la formulamos no como operación algebraica, como simple “táctica” electoral o como “enlace” providencial en la lucha corporativa e inmediata, sino como una nueva moral urgentemente necesaria frente a la cultura degradante y despreciable que imperan en las prácticas políticas tradicionales.
Sólo desde una auténtica, profunda y responsable identidad unitaria será factible estimular un proceso de debate y de toma de decisiones que nos permita imaginar un nuevo continente social, político y cultural del que se sientan constructores cientos de luchadores colectivos y organizaciones sociales, movimientos y fuerzas populares, y toda aquella mujer u hombre que cuestionen visceralmente el orden esclerosado del capitalismo neoliberal, y pretendan ser artífices de nuevas batallas y creaciones revolucionarias.
También, por esta senda enfrentaremos con algún criterio de éxito la negatividad que genera el desparramo reinante en el movimiento popular. Creemos coincidir en que este es el dato más elocuente de nuestra fragilidad. Cuidado! No estamos planteando que esto se resuelve solo con la voluntad de unirnos, lo que nos llevaría a tener una visión idílica del proceso de unidad.
Creemos que todo proceso o experiencia unitaria real promueve acuerdos, síntesis, avances, pero también genera disensos, tensiones y hasta retrocesos. O sea el que pretendamos unirnos no hará desaparecer el espacio del conflicto. Pero debemos elegir claramente en qué campo del conflicto nos ubicamos: en el de la dispersión o en el de la unidad. Nos definimos abiertamente por el último.
Consideramos que este principio de unidad regional, de ser posible en el espacio y en el tiempo, será principio y base de unidad para otros muchos y más amplios acuerdos: provinciales, nacionales y latinoamericanos. De no ser así, es irrisorio y grotesco pensar en la construcción de una nueva e inédita Argentina y mucho meneos en construir la Patria de nuestra América.
Y en este esfuerzo por construir la unidad popular en toda nuestra región apuntando a la unidad nacional, consideramos que sólo una amplia visión latinoamericanista que reconozca la imposibilidad de que nuestros países se desarrollen y sean verdaderamente independientes de forma aislada, será capaz de lograr lo que Bolívar llamó ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riqueza, que por su libertad y gloria y que Marti concibiera como la América Nuestra para diferenciarla de la otra América, expansionista y de apetitos imperiales.
 Y esta tarea no puede ser posible sin la participación directa de los movimientos sociales, campesinos, de géneros, etc. Ellos son la base fundamental del pueblo organizado, quienes conocen desde cada localidad, desde cada región, en su historia e identidad, los modos más justos de intercambio, de producción de cultura y dignidad, de trabajo agroecológico de la tierra y de una economía justa y popular; es el pueblo organizado que vive en constante lucha por sus necesidades y reivindicaciones. El poder popular es su más clara expresión.
Hay formas y formas de pensar la Nación. Una de ellas es la de los trabajadores y las masas explotadas y oprimidas, la de los movimientos sociales, campesinos, de géneros, que luchan por ajustar cuentas con las burguesías nacionales y que abren sus conciencias y sus luchas no sólo a la construcción de su propio destino sino también a la de la Patria Grande, la América Nuestra.
Es imprescindible estimular procesos de unidad, basados en un poder popular, creado desde las raíces mismas de la lucha histórica de nuestro continente, con el nuevo espíritu que se ha despertado en la América Nuestra, de la que el ALBA (Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América) y TCP (Tratado de Comercio de los Pueblos), son claro testimonio.
Es la movilización de masas la que creará la fuerza necesaria, para promover transformaciones populares, sosteniendo y reafirmando la autonomía de los movimientos populares en relación a los gobiernos.
No hay manera de enfrentar las políticas del gran capital trasnacional y del imperialismo, desde la resistencia dispersa de nuestros pueblos.

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