A pleno ya la campaña electoral que no dará respiro hasta el 23 de octubre, antes de entrar en discusiones sobre partidos y candidatos conviene hacer un diagnóstico simple y llano de la realidad nacional.
¿Cómo está Argentina y en qué dirección se mueve?
Ante todo, es preciso repetir que dentro de la nación como conjunto, hay clases diferentes. Y no a todas le va igual. Pero antes de llegar a eso, observemos esa totalidad diversa, compuesta por 40 millones de habitantes.
Con excepción de 2009, desde que a mediados de 2002 se revirtió la tendencia anterior, la economía ha crecido a niveles elevados. De tal manera, en 9 años el Producto Bruto Interno prácticamente se duplicó, empujado por la reactivación y por un factor externo excepcional: la suba en los precios de cereales y carnes, que a su vez alentó la duplicación de la cosecha granífera.
Sin necesidad de abrumar con cifras, el resultado global de ese período de extraordinaria bonanza puede medirse de una manera sencilla: usted, lectora, lector: ¿tiene el doble de ingreso real que en 2001?
Con certeza, una parte considerable de la población podrá responder que sí. Se trata de todos aquellos que una década estaban desocupados y no contaban con ningún ingreso. Eduardo Duhalde inició su breve gestión entregando dos millones de mensualidades a personas sin ningún tipo de ingreso (ésa fue, entre otras cosas, una formidable inyección al mercado interno que, como estuvo acompañada por una devaluación del 400%, lo cual significó un bloqueo automático de la importación de bienes de consumo, catapultó la recuperación de la producción nacional, revivió miles de pequeñas empresas y aumentó el empleo.
También podrá responder lo mismo una franja de medianos y grandes empresarios, que efectivamente duplicaron o más sus ingresos reales.
A esta realidad hay que agregarle otros datos: en primer lugar, para aquella masa de desposeídos que efectivamente carecía de todo ingreso, pasar de 0 a la cifra que sea, es mucho. Pero aquella franja de nuestros hermanos marginalizados que de 2002 en adelante duplicó o quintuplicó sus ingresos, la es precisamente que hoy integra el 35% de la población que está bajo la línea de pobreza; en segundo lugar, si usted tenía un empleo regular en 2002, su ingreso real no es el doble comparado con el de entonces; en tercer lugar, si en lugar de tomar como punto de partida para la comparación los años 2002 ó 2003, comparamos con 2007, entonces para todos los asalariados la flecha se invierte y, en lugar de contar un aumento real de su ingreso, tendrá en el mejor de los casos un estancamiento y, por regla general, una caída real. Es saldo no da lugar a discusión: sobre casi 7 millones de trabajadores registrados, el 53% cobra menos de $2500 por mes.
Autos y forraje
La otra pregunta crucial es en qué consiste el crecimiento de estos años. La respuesta es sencilla: como se dijo, aumento extraordinario de la productividad y la producción agraria, a lo que se suma la subida en flecha de la producción de automóviles. En otro plano, también subió la producción de alimentos, construcción y bienes de consumo como televisores, celulares, etc. Aquí también hay que agregar datos para comprender el verdadero fenómeno: primero, la soja transgénica es el producto que agrandó la frontera agraria y aumentó extraordinariamente productividad y producción, con elevadísimos precios de exportación, con efectos múltiples aparte de la lluvia de dólares para las finanzas nacionales: deterioro de la tierra, dependencia total de las transnacionales productoras de semillas, degradación de la producción nacional para ir todavía más atrás que cuando el país exportaba trigo y carne vacuna; segundo, el 80% de la producción de autos se hace con autopartes importadas; tercero, la industria de la construcción creció con la especulación como motor y no como vía de solución de la dramática carencia de vivienda propia para cuatro millones de familias.
El crecimiento se tradujo también en una notable acumulación de reservas por unos 53 mil millones de dólares, fuga de divisas por alrededor de 70 mil millones y pago de fraudulenta deuda externa al FMI y otros acreedores por más de 35 mil millones de dólares, mientras el monto total de la deuda (pese a la elevada quita lograda durante el gobierno de Néstor Kirchner por el ministro Roberto Lavagna), volvió a subir para rondar otra vez los 180 mil millones de dólares. Agréguese la completa extranjerización de la producción minera, de la riqueza pesquera y de inmensas extensiones de tierras, acaparadas sin control ni medida por capitales imperialistas.
Rumbo
Cada uno tendrá la evaluación que mejor entienda sobre el papel del gobierno nacional y el PJ, o del bloque en formación en torno de la UCR. Pero ninguna persona honesta puede dudar que lo dicho hasta aquí responde exactamente a la realidad: Argentina está de vuelta en una economía reprimarizada, dependiente en todo sentido de los centros financieros y productivos imperialistas, con las principales riquezas en manos de capitales transnacionales, con la cristalización de un elevadísimo porcentaje de pobreza e indigencia, altos porcentajes de desocupación real (¡se cuenta como ocupados a quienes tienen subsidios estatales y a quienes juntan cartones en las grandes ciudades!), un 40% de empleo precario, con trabajadores mal pagos y un desastre sanitario y educativo.
Pero lo más importante es que mientras el gobierno quiere "profundizar este modelo", la oposición burguesa no lo ataca por estas razones sino por efectos secundarios e incluso por aspectos positivos de su gestión. Y ni uno ni otros se propone invertir el rumbo. Los partidos burgueses no pueden y siquiera se proponen sacar al país de la dependencia y el atraso, a las masas de la pobreza, a los trabajadores de la superexplotación, a la educación de la decadencia, a la cultura de la degradación acelerada.
En medio del desvío de las izquierdas, sólo Proyecto Sur intentó tiempo atrás por poner el debate en su verdadero carril y apuntar a la elaboración y organización de la respuesta necesaria, con el protagonismo democrático de las mayorías. Pero terminó en un circunscripto proyecto electoralista. Hay más de una causa para ese desenlace y será bueno discutirlas a lo largo de la campaña electoral, como manera de eludir discursos vacíos y mentirosos de los candidatos del bipartidismo. Porque la tarea está pendiente. Y como Argentina está inserta en un mundo capitalista que se derrumba, es necesario no perder un instante para asumirla.
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