La búsqueda de una solución política al conflicto armado de 60 años, es un reclamo colectivo de las grandes mayorías colombianas. La línea de aniquilamiento militar de las guerrillas (Farc-Eln), de amenaza y represión a dirigentes políticos, sindicales y sociales, tiene en el gobierno de Juan Manuel Santos (revestido con una fachada demócrata), una continuidad con su predecesor Álvaro Uribe. El Plan Espada de Honor, es la traducción actual del Plan Colombia. La irrupción indígena reciente en el Cauca para terminar con los enfrentamientos armados en la región, tiene sus antecedentes en 2008 con la conformación de
Colombia ha sido y es un laboratorio para el capitalismo. Y
un asiento clave de las bases militares de Estados Unidos. Así se manifiestan
integrantes del Movimiento Víctimas de Crímenes de Estado (Movice), de
movimientos feministas y de Derechos Humanos. Los medios de comunicación son
promotores de la alienación, la práctica del divertimento, la propaganda
permanente, demonizando a la insurgencia (haciéndola responsable de todas las
dificultades), a los activistas y a la militancia a quienes de inmediato
etiquetan como guerrilleros/as.
Las seis décadas de conflicto
armado han generado una degradación social (de la que no se sustraen muchas
dirigencias, organizaciones e individuos). Las operatorias del narcotráfico, la
compra-venta de voluntades para quebrar y delatar, han precipitado una
corrupción que atraviesa la sociedad. El paramilitarismo, los “falsos
positivos”, los desplazados de sus tierras, sanguinarios bajo el mandato de
Uribe, persisten. La ley 1448 de Restitución de Tierras en el gobierno de
Santos, retroalimentó la violencia y los homicidios, los expulsados de sus
tierras al regresar son asesinados. Los
usurpadores de tierras, los terratenientes cuentan con la fuerza paramilitar.
Las compañeras de estos
movimientos señalan de manera categórica: Colombia no es solo un país
capitalista, sino confesional, misógino, no garantista. En ese sentido, los
mensajes mediáticos del poder dominante enaltecen las armas, al hombre que va a
la guerra como signo de masculinidad, lo que cimenta la lógica de las clases
dominantes y a su vez contribuye a la reproducción del patriarcado. El gasto
estatal es para la guerra, que constituye un negocio gigantesco que entrelaza
intereses dentro y fuera del país.
Chila Pinedo, economista, con militancia feminista y en el ámbito de la cultura, es dirigente de
Ella define a la
MP como un movimiento de confluencias sociales y políticas,
que tiene ahora estructura organizativa. El Consejo de la Marcha Patriótica (Copan), con
representación de cada partido, movimiento, estudiantes, mujeres, académicos, la cultura y por cada una de las regiones, lo
componen más de 100 personas. Cuenta con una Junta de deliberación de 25 personas y una Mesa directiva de 7. Es una dirección colectiva y
transitoria por 6 meses. Allí Piedad Córdoba, una figura fundamental de todo
este proceso dirige, con 6 compañeros/as más, dos de ellas son mujeres.
Un objetivo central de la MP es la articulación con la base a través de
Cabildos o Constituyentes, que trabajan por Ejes temáticos, Derechos de las mujeres, Cultura
y se desarrollan a simple propuesta de los participantes.
Los Lineamientos centrales de la MP se condensan en:
1) solución
política y negociada al conflicto social armado
2) por
la paz con justicia social
3) por
la segunda y definitiva independencia.
Son procesos simultáneos que se
requieren entre sí. A través de los Cabildos será posible conocer la realidad
política y social del país, en cada uno de sus rincones y sectores y será un
paso para encarar el camino hacia la Segunda Independencia.
El 21 de abril de este año se formó esta estructura, el 22
de junio se consolidó y hoy existen ya Cabildos en todo el país. Mediante los
Cabildos Patrióticos se medirán las condiciones objetivas para realizar un paro
cívico nacional para el mes de octubre.
Con los actos realizados el 20 de julio, de conmemoración de la
independencia nació la MP. Si
bien una parte sustantiva de su base social se encuentra en el campo, donde están quienes
viven las guerras con mayor crudeza (las zonas más calientes están en Cauca,
Mariño, el sur del país) se proyecta hacia los centros urbanos.
Colombia es un país rico en metales, tiene pisos térmicos,
también hay petróleo, por supuesto no en la dimensión de Venezuela. El TLC
firmado con Estados Unidos, Canadá y otros países fueron aprobados por el
Congreso, esos acuerdos afectarán profundamente al agro. Los TLC constituyen
una catástrofe nacional. Con ellos llega la cultura del espectáculo enlatada,
el beneficio será para los grandes grupos económicos. La producción del
campesino pobre, mediano y pequeño desaparecerá y se convertirán en asalariados
del campo. Las transnacionales compran las tierras, el capital gringo, chino y
español. La seguridad alimentaria es un tema de trabajo central. Allí están los
sectores alternativos (las mujeres son un eje en ese campo), con la economía
del cuidado, con la producción agropecuaria limpia. No es una economía para el
mercado sino para la vida.
La guerra se instaló en las
mejores tierras, con riqueza en oro y petróleo. La razón es la apropiación,
financiada por grupos transnacionales y el aparato paramilitar. Grandes
capitales circulan para la guerra. La agudización del conflicto incrementó el
deterioro por la corrupción del dinero y la delación. La guerra cuenta con alta
tecnología por aire, bombas racimo y otras. Matan a campesinos y guerrilleros. El
escenario no es la confrontación cuerpo a cuerpo, no existe. En las zonas
tomadas por el ejército, las poblaciones, entre ellos campesinos, indígenas, sólo
una vez por mes salen a comprar lo
mínimo. Hay regiones sitiadas por hambrunas.
El terror subyace. Parar la
guerra es un sentir colectivo. Podemos decir que hay esperanza en la MP , pero hay que tener arraigo
social para alcanzar el propósito de un acuerdo político. La resistencia nunca
fue acallada. La población civil ha realizado tomas de bases del ejército. Tres
o cinco mil personas, los militares son 50 o 100 en esas bases. Es lo que ha
ocurrido en el Cauca y persiste la situación. También sucedió en Miranda. Se
trata de lograr movilizaciones sociales y políticas masivas que obliguen al
gobierno a negociar. Con Uribe hubo ocho años de guerra total. Ni uno ni otros
pueden vencer por la vía armada. La
MP es una necesidad de los sectores más afectados por la guerra, ese es su origen.
En el año 2010 se conmemoraron
los 200 años de la independencia. El 20 de julio, miles de campesinos/as se
pronunciaron por terminar el conflicto. “No más guerra”. Llegaron a Bogotá y
pidieron Acuerdos de Paz. Allí surgió la
MP.
En 2011, en Barranca, toma forma la Marcha. En 2012, el 21,
22 y 23 de abril la Marcha
llegó a la Plaza Bolívar.
El 22 fue el trabajo en Comisiones: Cultura, Juventud, Obrero-campesino,
Comisión política, Académicos. Las compañeras en una reunión convocada de más
de 700, obligaron a conformar la
Comisión de Mujeres.
En Colombia hay una burguesía
asesina. Santos no ha podido resolver la cantidad de conflictos que se han
sucedido y continúan. El sector de la salud, los estudiantes, salieron a la
calle. Los cambios en la
Ley Laboral para acentuar la flexibilización laboral se da en
el marco de una escasa sindicalización, el mayor nivel está entre los/as
docentes. Uribe acaba de formar un partido, Frente antiterrorista, con las
figuras más recalcitrantes de la ultraderecha.
No se puede descartar el riesgo de golpe. Todo puede pasar
en Colombia. Pero estamos ante una verdadera oportunidad.
Desde Colombia, AA, CC y SPM
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