El Espejo de Argentina y el Mundo

Año XX - Nº 226 (Segunda época)
Septiembre 2015

20 de agosto de 2012

¿Uruguay, el eslabón débil?

Opinión
La burguesía trasnacionalizada, desde el “Club de Bilderberg”,  con socios en diversos países y un séquito de funcionarios eclesiásticos, militares, políticos, intelectuales domina al mundo. Ese bloque de clases dominantes (los dueños del capital, del poder militar, de los grandes medios de comunicación y sus servidores) apuesta al dominio del gran capital imperialista, cuyos centros están en Estados Unidos y la Unión Europea. Se opone  a la  alteración de su orden, al crecimiento de potencias rivales o a la aparición de nuevos  bloques de naciones (Alba, Mercosur, Unasur, Celac). Trata de que no crezcan, que se desintegren, para afirmar la sujeción de los Estados Nacionales vía TLC y acuerdos militares.   
                                                                                                                                                         
            El doctor Jorge Batlle, el último presidente reaccionario de Uruguay (1999-2004) sostuvo que  “El Mercosur es un paso previo para integrarnos al Alca” (2001). Pero “el Alca se fue al carajo” – dijo Chávez- en Mar del Plata (2005) y los presidentes del Cono Sur han orientado a sus países y al Mercosur por sendas de relativa independencia, con gobiernos de estilo “ola marina”, pues como la vieja  canción caribeña, tienen un motor que camina “p´alante” y un motor que camina “p´ atrás” . Paraguay fue el último en incorporarse a esa cadena de gobiernos progresistas, que han hecho reformas de interés para las clases populares sin romper las estructuras de la dependencia. Y el gobierno de Fernando Lugo, aún con su tibio reformismo, resultó molesto para el bloque de clases dominante, para las trasnacionales como Monsanto, para los grandes latifundistas, para el establecimiento de una base militar estadounidense. De allí el golpe de “nuevo tipo” que sigue al de Honduras. Golpe que desencadenó el contragolpe certero de los presidentes de Argentina, Brasil y Uruguay incorporando a Venezuela al bloque.     
La derecha, de concepción liberal burguesa,  ha reaccionado con furia. Ante las afirmaciones de Mujica señalando que la política tiene primacía sobre el derecho y que el ingreso de Venezuela ha fortalecido al Mercosur, replica que el derecho debe estar siempre por encima de la política. Eso sí, lo sostiene en el papel, pero no en la práctica. Contra esa afirmación, coinciden quienes, por un lado defendemos la concepción  proletaria, según la cual  la lucha política de clases posee la primacía en el proceso histórico, y es de esa primacía que  nace un  nuevo derecho; y por otro lado, quienes –aún sin compartir esos fundamentos- subordinan el  derecho impuesto a las necesidades de la lucha política, caso de los presidentes de Argentina, Brasil y Uruguay. 
En Uruguay, blancos, colorados e “independientes” “defienden” aquel derecho, y en particular, el del Mercosur neoliberal. Derecho del que han renegado toda vez que les  ha sido necesario, desde el enfrentamiento y represión de huelgas obreras hasta quiebres institucionales acuñados, eso sí, siempre en “defensa” del derecho. Cuando los presidentes en las Cumbres de Mendoza y de Brasilia, han reflejado las aspiraciones de las clases populares, el semanario Búsqueda” observa que es un “hecho  inédito” e “inusual en la política uruguaya” que el vicepresidente Astori salga a atribuirle al Presidente un “grave error”, coincidiendo con la oposición. El Vicepresidente de la República ¿no piensa que la reacción desearía que fuera el  Franco de Uruguay tras un juicio sumarísimo a Mujica? Entre tanto, el Inspector Mayor de la Policía de Soriano, exteriorizando su aspiración, subió a su cuenta de Facebook “Copiemos a los paraguayos. Chau Pepe!!!!!!!”, mereciendo su destitución inmediata.
La maniobra venía (¿o todavía viene?) muy bien preparada. El periodista de “Búsqueda”  Linn se lamenta: “La crisis de Paraguay debió ser la oportunidad perfecta para que Uruguay diera un paso al costado del Mercosur… Hizo lo contrario”. Y acusa a Mujica de kirchnerista y chavista, estimando que en Venezuela “no rige más ley que la de sus propios caprichos y antojos” (los de Chávez).
En función de los éxitos del imperialismo en Honduras y Paraguay –puntos débiles en el Alba y en el Mercosur- es precavido pensar que golpeará otros eslabones de la integración. Vale estar alerta: Uruguay puede ser el nuevo eslabón débil. La reacción es potente y el Frente demasiado amplio, y donde conviven una tendencia “socializante” y otra “apenas progresista”, como ha dicho Mujica.     
¿Sus vecinos lo tienen presente? Brasil, de diplomacia  tradicionalmente hábil, sí.  Pero diversos actos de los gobiernos argentinos y de funcionarios con aspiraciones de protagonismo  generan tirantez, y hoy son explotados por  la reacción contra Mujica. Un Mujica que ha hecho lo indecible para mejorar las relaciones ásperas de los gobiernos de Kirchner y Vázquez, y por ello se le presenta como  el perrito faldero de Cristina Fernández. Por el contrario, son bien recibidas las declaraciones de la diputada Elisa Carrió que ha pedido disculpas al pueblo uruguayo por los actos “chabacanos” de los gobiernos kirchneristas.  Tan siquiera, ¿han considerado los gobiernos argentinos (y aún más, sus instituciones sindicales, culturales, políticas, etc.) la situación en que quedaría Argentina y la región en el caso de que las ilusiones de la derecha se realizaran y Uruguay tuviera en la presidencia a otro Franco?  José Carlos Mariátegui (“Ideología y política” escrito en 1930) ha hecho un  juicio que es una advertencia a considerar: “Hispanoamérica, Latinoamérica, o como se prefiera, no encontrará su unidad en el orden burgués. Ese orden nos divide, forzosamente en pequeños nacionalismos. Los únicos que trabajamos por la comunidad de esos pueblos somos en verdad, los socialistas, los revolucionarios. El porvenir de la América Latina es socialista”.  

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