La burguesía trasnacionalizada,
desde el “Club de Bilderberg”, con
socios en diversos países y un séquito de funcionarios eclesiásticos,
militares, políticos, intelectuales domina al mundo. Ese bloque de clases
dominantes (los dueños del capital, del poder militar, de los grandes medios de
comunicación y sus servidores) apuesta al dominio del gran capital
imperialista, cuyos centros están en Estados Unidos y la Unión Europea. Se
opone a la alteración de su orden, al crecimiento de
potencias rivales o a la aparición de nuevos
bloques de naciones (Alba, Mercosur, Unasur, Celac). Trata de que no
crezcan, que se desintegren, para afirmar la sujeción de los Estados Nacionales
vía TLC y acuerdos militares.
El doctor
Jorge Batlle, el último presidente reaccionario de Uruguay (1999-2004) sostuvo
que “El Mercosur es un paso previo para
integrarnos al Alca” (2001). Pero “el Alca se fue al carajo” – dijo Chávez- en
Mar del Plata (2005) y los presidentes del Cono Sur han orientado a sus países
y al Mercosur por sendas de relativa independencia, con gobiernos de estilo
“ola marina”, pues como la vieja canción
caribeña, tienen un motor que camina “p´alante” y un motor que camina “p´
atrás” . Paraguay fue el último en incorporarse a esa cadena de gobiernos
progresistas, que han hecho reformas de interés para las clases populares sin
romper las estructuras de la dependencia. Y el gobierno de Fernando Lugo, aún
con su tibio reformismo, resultó molesto para el bloque de clases dominante,
para las trasnacionales como Monsanto, para los grandes latifundistas, para el
establecimiento de una base militar estadounidense. De allí el golpe de “nuevo
tipo” que sigue al de Honduras. Golpe que desencadenó el contragolpe certero de
los presidentes de Argentina, Brasil y Uruguay incorporando a Venezuela al
bloque.
La derecha, de concepción liberal
burguesa, ha reaccionado con furia. Ante
las afirmaciones de Mujica señalando que la política tiene primacía sobre el
derecho y que el ingreso de Venezuela ha fortalecido al Mercosur, replica que
el derecho debe estar siempre por encima de la política. Eso sí, lo sostiene en
el papel, pero no en la práctica. Contra esa afirmación, coinciden quienes, por
un lado defendemos la concepción
proletaria, según la cual la
lucha política de clases posee la primacía en el proceso histórico, y es de esa
primacía que nace un nuevo derecho; y por otro lado, quienes –aún
sin compartir esos fundamentos- subordinan el
derecho impuesto a las necesidades de la lucha política, caso de los
presidentes de Argentina, Brasil y Uruguay.
En Uruguay, blancos, colorados e
“independientes” “defienden” aquel derecho, y en particular, el del Mercosur
neoliberal. Derecho del que han renegado toda vez que les ha sido necesario, desde el enfrentamiento y
represión de huelgas obreras hasta quiebres institucionales acuñados, eso sí,
siempre en “defensa” del derecho. Cuando los presidentes en las Cumbres de Mendoza
y de Brasilia, han reflejado las aspiraciones de las clases populares, el
semanario Búsqueda” observa que es un “hecho
inédito” e “inusual en la política uruguaya” que el vicepresidente
Astori salga a atribuirle al Presidente un “grave error”, coincidiendo con la
oposición. El Vicepresidente de la
República ¿no piensa que la reacción desearía que fuera
el Franco de Uruguay tras un juicio
sumarísimo a Mujica? Entre tanto, el Inspector Mayor de la Policía de Soriano,
exteriorizando su aspiración, subió a su cuenta de Facebook “Copiemos a los
paraguayos. Chau Pepe!!!!!!!”, mereciendo su destitución inmediata.
La maniobra venía (¿o todavía
viene?) muy bien preparada. El periodista de “Búsqueda” Linn se lamenta: “La crisis de Paraguay debió
ser la oportunidad perfecta para que Uruguay diera un paso al costado del Mercosur…
Hizo lo contrario”. Y acusa a Mujica de kirchnerista y chavista, estimando que
en Venezuela “no rige más ley que la de sus propios caprichos y antojos” (los
de Chávez).
En función de los éxitos del
imperialismo en Honduras y Paraguay –puntos débiles en el Alba y en el Mercosur-
es precavido pensar que golpeará otros eslabones de la integración. Vale estar
alerta: Uruguay puede ser el nuevo eslabón débil. La reacción es potente y el
Frente demasiado amplio, y donde conviven una tendencia “socializante” y otra
“apenas progresista”, como ha dicho Mujica.
¿Sus vecinos lo tienen presente? Brasil, de diplomacia tradicionalmente hábil, sí. Pero diversos actos de los gobiernos
argentinos y de funcionarios con aspiraciones de protagonismo generan tirantez, y hoy son explotados
por la reacción contra Mujica. Un Mujica
que ha hecho lo indecible para mejorar las relaciones ásperas de los gobiernos
de Kirchner y Vázquez, y por ello se le presenta como el perrito faldero de Cristina Fernández. Por
el contrario, son bien recibidas las declaraciones de la diputada Elisa Carrió
que ha pedido disculpas al pueblo uruguayo por los actos “chabacanos” de los
gobiernos kirchneristas. Tan siquiera,
¿han considerado los gobiernos argentinos (y aún más, sus instituciones
sindicales, culturales, políticas, etc.) la situación en que quedaría Argentina
y la región en el caso de que las ilusiones de la derecha se realizaran y
Uruguay tuviera en la presidencia a otro Franco? José Carlos Mariátegui (“Ideología y
política” escrito en 1930) ha hecho un
juicio que es una advertencia a considerar: “Hispanoamérica,
Latinoamérica, o como se prefiera, no encontrará su unidad en el orden burgués.
Ese orden nos divide, forzosamente en pequeños nacionalismos. Los únicos que
trabajamos por la comunidad de esos pueblos somos en verdad, los socialistas,
los revolucionarios. El porvenir de
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