Por Nicolás Alessio *
De la Sota es un menemista reciclado. Intentará seguir haciendo sus negocios a costa del Estado cordobés y los cordobeses. No tiene pudor. Su cara angelical es solo maquillaje, es estrategia pura de sus asesores de imagen. Imagen y nada más.
Apuntará otra vez a posicionarse como el mejor de los presidenciables. Ganó con el aparato en el peor de los sentidos. El juecismo perdió en los barrios populares donde De la Sota, de la mano del gobernador Juan Schiaretti, repartió dinero a cambio de votos, promesas mentirosas y subsidios precarios. La prédica de la decencia, de los valores y de propuestas profundas, como lo son la Reforma de la Constitución para volver a las dos cámaras legislativas o el Ministerio del Agua para declararla derecho inalienable, ocultadas por los comunicadores del poder, no fueron capaces de seducir en los barrios más postergados. Quedaron encandilados con las obras faraónicas sin advertir que la provincia está fundida y que eso lo vamos a pagar entre todos y todas, pero seguramente no lo hará la casta política. La memoria política es frágil, quedaron en el olvido los escándalos económicos del perro guardián delasotisa, Marcelo Falo, o los escándalos jurídicos de su capomafia, Carbonetti o la aprobación de leyes antipopulares como la "anti bosques" o la ""anti educación", pudo más la banalidad de una campaña vergonzosa por lo que costó, pero prolijita y vacía como la sonrisa de De la Sota. El juecismo descuidó esos sectores empobrecidos que otrora lo acompañaron. Nadie tiene el voto cautivo. De todas formas ganó, otra vez, en la capital. Es cierto, por menos votos que en las elecciones anteriores. Pero ganó y desde allí tendrá que intentar ganar la elección por la intendencia de la Ciudad de Córdoba. Hay que ponerle un freno a la voracidad obscena del PJ. Es real, el juecismo es una fuerza política muy joven y no es sencillo ganarle a los aparatos que tienen más de medio siglo de existencia y que hacen uso y abuso de mentiras, fraude y corruptelas. Las organizaciones populares, los partidos populares debieran entender que no hay que dividir el voto. Ya perdimos la oportunidad de recuperar la provincia de Córdoba, ahora no hay que perder la Intendencia de la Capital. Con inteligencia creativa, con autocrítica implacable, con pasión desbordante hay que ganar, será la única manera de aportar a un proyecto nacional realmente popular y emancipador. De lo contrario, el "avance" de la derecha será inevitable.
* Teólogo
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