Guerra prolongada, crisis humanitaria, disputa intercapitalista por el petróleo, el agua, el oro y unos 150 mil millones de divisas en el exterior marcan el futuro de Libia tras más de 20 mil ataques aéreos de la Otan. La formalización de la invasión con el desembarco de tropas de la ONU controladas por Estados Unidos y la Unión Europea parece inevitable en el país africano con mayor nivel educativo, mejores servicios públicos e ingresos per cápita. Siria e Irán asoman como los próximos blancos de la Otan, mientras las monarquías de Arabia Saudita, Qatar, Marruecos, Kuwait, Jordania y Bahrein, que violan diariamente los derechos humanos, cuentan con el aval implícito de la ONU para reprimir la protesta social y garantizar los intereses económicos estadounidenses y europeos.
La resistencia en Libia está en marcha. A pesar del anuncio del "fin del régimen de Gaddafi" difundido por la prensa internacional el 21 y 22 de agosto, las fuerzas opositoras dirigidas por la Otan no lograron controlar el país africano. La posibilidad de una guerra prolongada con un bando liderado por Gaddafi (quien hasta el cierre de esta edición no había sido atrapado) y otro por la Otan está latente.
En la noche del 20 de agosto, la Otan inició un terrible bombardeo aéreo sobre la capital, que implicó 20 mil ataques y más de 7 mil 500 objetivos, gracias al cual soldados "rebeldes" asistidos con armamento pesado entregado en la costa pudieron entrar en la ciudad. Sólo el 21 de agosto fueron asesinados más de 1.300 civiles en Trípoli y más de 5 mil heridos colapsaron los hospitales. Diez días después, el 60% de los habitantes de la ciudad estaban sin agua ni alimentos, según reconoció el secretario general de Naciones Unidas (ONU). La cifra total de víctimas fatales desde el comienzo de los bombardeos el 17 de marzo ya superó las 3 mil.
Libia es un país de una importancia geopolítica vital para Estados Unidos y Europa. Además de poseer la mayor reserva petrolera de África, es un país vecino a Túnez y Egipto, por lo que su invasión pone un freno a la cadena de rebeliones populares que se sucedieron desde diciembre de 2010 en el norte de África y Medio Oriente.
Complicidades y argumentos
La invasión imperialista en Libia contó con el apoyo fundamental de la prensa internacional, que otra vez propagó la mentira y la difamación para intentar justificar lo que el derecho internacional prohíbe rotundamente. La primer gran mentira fue la difusión de bombardeos inexistentes sobre Trípoli promovidos por Gaddafi, cuando ni siquiera había allí manifestaciones en contra suyo, semanas antes de que el Consejo de Seguridad de la ONU decretara la invasión aérea mediante la resolución 1973, que no fue vetada por Rusia ni China. Cinco meses después, la falsa noticia de la detención de Saíf al-Islam y la transmisión de un montado festejo de las fuerzas opositoras en la Plaza Verde de Trípoli el 21 de agosto difundido por Al Jazeera y filmado en Qatar, permitió que 11 países y 13 embajadas libias en el exterior reconocieran inmediatamente al opositor Consejo Nacioal de Transición (CNT) como gobierno legítimo de Libia.
Esa operación fue acompañada por el lobby de grandes corporaciones petroleras europeas, estadounidenses y qataríes que hace meses comenzaron a firmar nuevos contratos y concesiones con los "rebeldes" libios. No es un dato menor que, según reveló Wikileaks, muchas compañías petroleras se han quejado de los contratos que el Estado libio -a través de su propia petrolera- exigía firmar para otorgar concesiones de exploración y explotación.
Cabe también tener en cuenta la el papel de Gaddafi en la búsqueda de la integración del continente africano y su expresa voluntad de avanzar hacia la constitución de una moneda única ajena al dólar y al euro para el intercambio comercial. Hecho que explica el no reconocimiento de la Unión Africana (compuesta por 52 países) al gobierno opositor apoyado por la Otan, al menos mientras prosigan los enfrentamientos bélicos.
Todos éstos factores pesaron a la hora de decidir la invasión aérea de la Otan, aunque Gaddafi tuviera muy buenas relaciones con el presidente de Italia Silvio Berlusconi, el francés Nicolás Sarkozy -a cuya campaña presidencial Libia colaboró aportando fondos- y los Estados Unidos.
Los "rebeldes"
La fractura del armado opositor es inevitable. La fuerza militar terrestre de la oposición para la toma de Trípoli fue encabezada por Al Qaeda. Bajo las órdenes del yihadista Abdelhakim Belhaj (arrestado en 2003 y liberado en 2010), el Grupo de Combate Islámico Libio (Lifg, por sus siglas en inglés) fusionado con Al Qaeda fue entrenado por fuerzas estadounidenses meses antes de la incursión final a la capital del 21 de agosto. En Bengasi y Derna también los máximos comandantes militares son de Lifg, que incluso tiene presencia importante en el gobierno paralelo y provisional del CNT.
En consecuencia, el enfrentamiento entre las fuerzas de la Otan -que no permitirán la instalación de un gobierno islámico en Libia- y los yihadistas -que combaten en Irak y Afganistán a quienes son sus coyunturales aliados en Libia- no tardará en comenzar. En ese caso serán dos los frentes de guerra que se abrirán para Libia mientras Estados Unidos y Europa se reparten las riquezas materiales de su población.
Desde Buenos Aires, Ignacio Díaz
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