El Espejo de Argentina y el Mundo

Año XX - Nº 226 (Segunda época)
Septiembre 2015

29 de marzo de 2012

A las puertas de una crisis política

Olieron sangre y se lanzaron como chacales. La explosión interna del peronismo y el elenco gobernante abrió la brecha por la cual entró como cuña la infantería del gran capital imperialista y local: la gran prensa comercial; buena parte de los analistas y comentaristas con veleidades; los fragmentos del espectro partidario burgués.

Conviene tener en cuenta estos dos parámetros para asimilar la situación en la que ha ingresado el país en 2012: lucha feroz dentro del gobierno y el peronismo, sin hegemonía posible; ofensiva sostenida y consistente del imperialismo a través de sus peones locales.


El agotamiento del kirchnerismo, palpable desde 2010, una vez que las múltiples partes expresadas en el peronismo garantizaron la permanencia en el poder por otro período, volvió a ser el factor principal en el escenario político nacional. Por eso, al día siguiente las distintas vertientes que contribuyeron al triunfo tomaron caminos según sus intereses y Cristina Fernández se quedó sola.

El gobierno, apuntando a las medidas necesarias para frenar el desbarajuste económico, con el invariable recurso de juntar dinero a cualquier precio, limitar los aumentos salariales y cortar subsidios para detener la sangría de caja. Uno de esos recursos fue quitarles el Administración de Programas Especiales, fondo de compensación para gastos por enfermedades singularmente costosas (APE) a la cúpula cegetista y descartar la devolución de los 15 mil millones de pesos que debe a los sindicatos. La CGT, abroquelándose en lo obvio de esa política: una supuesta "defensa de los intereses de los trabajadores". Los intendentes del conurbano alineándose según necesidades urgentes de fondos y proyectos políticos ya alejados del oficialismo para las legislativas de 2013.

Esto explica que a cinco meses de una derrota en las presidenciales que los dejó como nunca aplastados, los medios opositores estén lanzados en feroz ofensiva.



Acelerado deterioro oficial, ataque opositor burgués

La han centrado en el vicepresidente, al parecer enterrado hasta el cuello en negocios sucios. Todo indica que la estrategia es ahogar a la Presidente a través de negocios non sanctos de su funambulesco vice. Hay que tener en cuenta que, si fuera comprobable la mitad de lo que dicen en voz baja algunos personajes poderosos que empujan esta escalada, la onda expansiva del escándalo golpearía muy fuerte al Poder Ejecutivo en su totalidad.

Desde la ruptura en voz alta de Hugo Moyano con la Presidente, cinco días después de las elecciones, una serie de acontecimientos debilitaron el poder central a velocidad inesperada. Como complemento, el desastre ferroviario contribuyó a mostrar la realidad de una corrupción que excede lo habitual y traba el desenvolvimiento estable del país en cualquier área, agravó al extremo las disputas internas en el círculo oficialista y sumó nuevos disidentes.

Las movilizaciones contra la minería a cielo abierto y la conducta de Fernández, sus ministros y gobernadores, tuvo un efecto análogo: golpeó fuerte sobre la opinión pública y ensanchó las grietas del poder.

Luego vino el insólito discurso presidencial en la apertura del año legislativo, donde el histrionismo desconcertó a propios y ajenos mientras caían billetes de dólar con la cara del vicepresidente y la inscripción "¡Miente!", poco antes de que Fernández atacara más allá de toda lógica comprensible a los docentes (900 mil en todo el país). No hace falta decir el efecto causado por semejante ataque dentro y fuera de las filas peronistas. Las encuestas lo midieron: de 65% de aceptación popular que Cristina Fernández tenía inmediatamente después de las elecciones, cayó a 42% en la segunda semana de marzo. Esa declinación animó a muchos a hacer visibles su fuga desertora, que incluye a conspicuos gobernadores.

Hasta la fecha, el gobierno no muestra capacidad de reacción. A menos que se entienda por tal la esgrima con Malvinas e YPF.

Se trata de dos causas nacionales que, en cualquier momento, concitan enorme apoyo popular. Si el gobierno decidiera ir a fondo en ambas, lograría recuperar popularidad, poder y control suficientes para contraatacar y aplastar la ofensiva del gran capital. Pero no lo hará. Por concepción y por intereses demasiado amarrados.



Causas de fondo

Tras el telón de luchas internas de todos contra todos en las clases dominantes y sus escuálidas representaciones políticas está la realidad económica: el frenazo ya llegó. Si el aumento del PIB puede medirse -según quién lo haga- entre el 7 y el 9,5% para 2011, para el año en curso los más optimistas calculan el 3,5% y los demás hacen caer esa cifra a cero o menos uno. Esto, sobre una realidad de total y absoluta insustentabilidad del curso actual.

Si hasta octubre el vacío sonsonete de "profundizar el modelo" servía para identificar la continuidad de un gobierno sin programa pero con éxitos económico-sociales que podía esgrimir como propios para ganar respaldo electoral, inmediatamente después había que tomar control del desbarajuste provocado, precisamente, por la ausencia de todo y cualquier programa en los últimos nueve años, a lo que se sumó la irresponsabilidad desmesurada de 2011 para mantener a contrapelo el apoyo electoral de trabajadores, desocupados y clases medias.

El desesperado intento por recuperar el control del gasto público llevó a anunciar la eliminación de subsidios a los servicios (gas, electricidad, transporte) inmediatamente después del triunfo electoral. Comenzó a aplicarse sobre los sectores ricos de la Capital Federal y se anunció un plan para extenderlo a partir de febrero. Pero fue imposible: los aumentos, que oscilan entre el 200 y el 400%, estaban llamados a provocar una explosión social. Con la misma irresponsabilidad que primero los aplicó y luego anunció la necesidad de eliminarlos, el Ejecutivo optó, sin anunciarlo, por postergar sin fecha un ajuste que hubiese resultado insoportable para las mayorías. En suma, los 75 mil millones de pesos que demandan los subsidios, están allí, reclamando fondos para sostenerse.

También está allí la exigencia de dinero fiscal para importar combustible: Fernández denunció en la Asamblea Legislativa que YPF dejó de explorar y producir y que en 2011 se debió importar por 9 mil millones de dólares. Fingió que había llegado al gobierno en diciembre de ese año y no en mayo de 2003. Hizo como que ella y su esposo (y el secretario general de su gobierno, Oscar Parrilli), no tuvieron nada que ver con la privatización de YPF.

Como sea, el hecho es que para el primer semestre de este año las importaciones de combustibles demandarán... 7 mil millones de dólares. Que el gobierno decrete la inmediata estatización sin pago de la robada YPF y convoque a la población a defender esa decisión. El Espejo estaría en primera fila para acompañar tal improbable medida.



Manotazos

Para mantenerse a flote en esta ciénaga presupuestaria, se echó mano a los fondos de las Obras Sociales y... a la caja del Banco Central. Una política revolucionaria planificaría la erradicación de cuajo de ese instrumento de corrupción y control por parte de agentes enemigos que son las Obras Sociales, en el marco de una necesaria transición hacia un sistema público y gratuito integral de salud para todo el país. Y, por supuesto, acabaría igualmente el absurdo concepto de un Banco Central autónomo del poder político para que mejor lo aprovechen los grandes núcleos del capital. Pero, tal como hace con Malvinas e YPF, con las cúpulas sindicales y el BCRA el gobierno apela a grandes temas para encubrir su falta de plan a mediano y largo plazo y su absoluta ausencia de compromiso con los intereses de la Nación y el pueblo trabajador.

Tales disposiciones a medias no sólo no resuelven ni resolverán los problemas de fondo, sino que agravarán el cuadro general. Pero, sobre todo, ahondan ya y agravarán a toda velocidad las peleas internas dentro del peronismo y... al interior de ya inexistente "kirchnerismo" (La Cámpora contra De Vido, el ministro de Interior contra el vicepresidente, el ministro de Salud contra la de Seguridad, y etcéteras).

Se comprueba así que las personas que no saben nadar, arrojadas al agua, lejos de salvarse con sus manotazos, sólo consiguen acelerar el momento del ahogo. Y cabe recordar que aún no comenzó el oleaje.



En el límite de un período

El enfrentamiento con Moyano es otro falso gesto de "progresismo": el gobierno trató primero de reemplazarlo con Gerardo Martínez, el agente puesto por los militares en el sindicato de la Construcción. Y cuando Clarín (po r causas que nada tienen que ver con el apego a la verdad y la justicia)develó el pasado siniestro del candidato, CF viró para ofrecerle el cargo a Antonio Caló (UOM), con respaldo de Lescano (LyF). Ni el peor enemigo de la clase trabajadora promovería semejante cambio. No obstante, a semejante maniobra se la pretende disfrazar de "progresista".

Dos hechos para graficar la dinámica de lo que está comenzando: el gobierno hizo aprobar la Ley antiterrorista, un engendro represivo propio del período de la "Seguridad Nacional". Luego, excluyó del aumento de subsidios por Planes Argentina Trabaja a tres de cada cuatro beneficiarios. Los afectados salieron a protestar e hicieron una significativa prueba de fuerza. La ministra de seguridad, la frepasista Nilda Garré, salió a condenar a los manifestantes con furia desconocida en los últimos años. Hay que unir una cosa con la otra: a los desestabilizadores, les calza como un guante la ley antiterrorista ("pretender imponer o hacer cambiar una disposición del gobierno").

Es momento de repetir algo que estas páginas sostienen desde 2003: este gobierno no puede sostenerse con represión, siquiera en grados mínimos para la práctica de las clases dominantes. Si el recurso para frenar a los desocupados, desalentar las demandas obreras, bloquear el descontento de las clases medias, fuera el endurecimiento represivo, éste no sería el gobierno capaz de aplicar tales medidas.

El hecho es que a desocupados, trabajadores formales o informales y clases medias, todos crecientemente afectados por la caída económica y las medidas oficiales, se les satisface las demandas o se las reprime. Fernández no puede ni podrá hacer ni una cosa ni la contraria. Y ya está lanzada por el camino que resta: ganar tiempo.

Tiene razón Moyano al identificar los tres problemas que provocaron su giro de 180°: apropiación de 15 mil millones que, en el ordenamiento actual, pertenecen a las cúpulas sindicales; techo para las paritarias; inmovilidad del mínimo no imponible. Desde el lado del gobierno, estas son medidas de emergencia destinadas a hacer caja y paliar el déficit fiscal, que adquiere dimensiones mayores cuando se suma otra exigencia para el gobierno: la bola de nieve del endeudamiento interno y externo, que exige este año pagos milmillonarios e invita a saquear las reservas del Banco Central.



Salir del callejón

No es que la oposición burguesa no tenga nada que decir frente a esto. Ésa es otra falacia de la prensa comercial. Es que al capital, obligado al ajuste después de la ilusión, le conviene en todos los sentidos que el elenco gobernante se cocine en su salsa, avance en el ajuste y complete el hundimiento en todos los órdenes que luego exija "el sacrificio de todos para afrontar la herencia del populismo".

Aquí hay que sumar entre los beneficiados a las cúpulas sindicales y la oposición reformista. La manipulación y el engaño a las mayorías continúa y se acentúa día a día, con el concurso activo de esos tres factores principales, más el complemento necesario de la ceguera párvuloizquierdista.

Así las cosas, la clase trabajadora, la sociedad argentina en su inmensa mayoría, está en un callejón sin salida.

La disgregación continúa. Afecta desde luego a las clases dominantes, comenzando por el elenco gobernante. Pero se espeja en el conjunto del pueblo como tal y en sus organizaciones gremiales y políticas. Aquello que fuera una posibilidad vislumbrada por muchos, Proyecto Sur, está en coma cuatro. El debate allí es si se practica la eutanasia, o se espera el desenlace natural.

Por su lado, el Frente Amplio Progresista (FAP), recurso sacado de la galera a último momento, aun cuando hoy se presenta como única instancia aglutinadora con vistas a las elecciones de 2013 y 2015, es lo contrario para las luchas sociales que van de hoy a esas fechas. Los sectores sindicales que dicen asumir un "sindicalismo de liberación" pero se mantienen encuadrados en las actuales estructuras (CGT; dos CTA; Regionales de la CGT), restan su concurso a una alternativa política de inequívoco signo antimperialista y anticapitalista.

Todo indica a la fecha que Moyano se mantendrá a la cabeza de la CGT, lo cual muy lejos de significar unidad supone aumento del fraccionamiento real, con un momento táctico necesario para la burocracia ante las intenciones del frepasocristinismo. La CTA oficialista, ya en muy mala situación, sufrió un golpe letal cuando Fernández condenó a los docentes y empujó a Hugo Yasky a chocar de frente con el gobierno que apoya. La CTA no oficialista está tironeada por quienes pretenden arrastrarla como furgón de cola del FAP y aquellos que se resisten a semejante destino. Los episodios en la marcha del 24 de marzo mostraron hasta qué punto han llegado los enfrentamientos entre una y otra tendencia y revelaron que las pruebas de fuerza en ese sentido son, en la práctica, pruebas de debilidad. El movimiento estudiantil y juvenil, ausente y sin brújula. También aquí vale como signo la jornada del 24 de marzo: una significativa movilización, con un mayoritario componente juvenil (muy lejana, no obstante, de las cantidades que se movilizaban en la década de 1980), marchó con cantos históricos, con escasas consignas de orientación política en el presente, en el caso del bloque opositor al gobierno y con consignas formalmente correctas, pero desde el punto de vista de la dirigencia kirchnerista, profundamente cínicas y mentirosas ("Los grupos económicos también fueron la dictadura"; "Abajo la ley antiterrorista"), en el acto oficialista.

En cuanto al párvuloizquierdismo (sí, se trata de la descripción de Lenin para la enfermedad infantil del comunismo, el izquierdismo), tras el reiterado papelón electoral y con el descarado apoyo del grupo Clarín, cree haber tocado el cielo con las manos y, mientras vocifera propuestas de unidad entre ellos mismos, aumenta segundo a segundo el grosor de los insultos, también entre ellos mismos.

En este panorama, por el resto no hemos sabido o podido edificar una alternativa. Ahora llega la hora del ajuste económico y el inexorable choque político. Habrá que comenzar por cavar cimientos para construir, detrás de los acontecimientos, aquello que, por razones muy diferentes, no tuvo lugar en momentos favorables.

Y así será. Miles tienen experiencias, ansias o herramientas teóricas y prácticas para luchar por la unidad social y política de las grandes mayorías explotadas y oprimidas. Es la tarea del período que comienza. ¡¡Allá vamos compañeros y compañeras!!

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