La destrucción ferroviaria
El día 22 de febrero de 2012 nos invadieron las imágenes de una nueva tragedia ferroviaria. Decenas de muertos y centenares de heridos, digno de una película de terror. Se lucen los opinólogos dando versiones diferentes ante cualquiera que quiera oírlos.
Lo cierto es que los ferrocarriles (¿el medio de transporte más seguro?) en Argentina son un “desastre”, víctimas del abandono y la desidia disfrazada a través de la publicidad de las empresas.
Las concesiones ferroviarias (como todas: teléfonos, YPF, Aerolíneas Argentinas, etc.) no han cumplido con los pliegos de concesión. No se han hecho ni las inversiones, ni el mantenimiento de lo cedido. Se dedicaron durante casi 20 años a robar el patrimonio de la nación. Todos los gobiernos fueron parte de este turbio negocio (Carlos Menem, Fernando De La Rúa, Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner, Cristina Fernández) que tan caro nos cuesta a los trabajadores. Sus funcionarios son cómplices (ejemplo obsceno y paradigmático es el ex secretario de transporte Ricardo Jaime), al igual que las direcciones sindicales que se llevan su parte del reparto de la torta.
Salen a hablar personajes de la calaña de Hugo Moyano, principal impulsor de las privatizaciones ferroviarias para mejorar su negocio del transporte automotor. Como también Omar Maturano y sus socios de la dirección del sindicato La Fraternidad; cuando fue el primero en levantar el paro de 1991contra las privatizaciones, que llegó a 45 días en otras seccionales. Pero que en la seccional de Suárez, donde era parte de la comisión ejecutiva, logró levantarlo y volver a trabajar en 22 días, abandonando a los compañeros de las demás seccionales. Este apoyo al entonces presidente Carlos Menem le valió la dirección del sindicato que aún hoy ejerce.
Podríamos decir que Arturo Frondizi fue el que empezó con la destrucción de los ferrocarriles, con el Plan Larkin, cuando fuera mandatario en 1958. Bastante colaboraron para ello los diferentes regímenes militares vende patrias. En su gestión, Raúl Alfonsín hizo sus valiosos aportes en el tema de la desidia y preparación de las privatizaciones. Y Menem se lleva las glorias de logros sin parangón en la eliminación del patrimonio nacional. Su ley 23.696 de Reforma del Estado de 1989 (aplaudida y votada por justicialistas y radicales que hoy se rasgan las vestiduras) fue el comienzo de las actuales administraciones privadas ferroviarias.
El argumento para todo esto era la mala administración por parte del Estado; para ellos la solución no era eliminar la corrupción (que había, desde la dirección de las empresas y aún hoy persiste), sino “rematarlos”. Seguir dando millones de dólares en subsidios para que los amigos del poder puedan seguir enriqueciéndose y los trabajadores sigan pagando su fiesta privada.
En Argentina, en 1983, en los Ferrocarriles Argentinos el cálculo de las externalidades daba un saldo de un déficit operativo de 300 millones de dólares anuales (el periodista portavoz del capital ya fallecido, Bernardo Neustadt, decía “los ferrocarriles pierden 1 millón de dólares diarios” ), pero el beneficio social era de 600 millones de dólares. O sea que la Ganancia Social era de “300 millones de dólares anuales”, seguramente a ellos les parecía poco.
Esto sucede porque en el paradigma neoliberal (vigente) los que antes se llamaban derechos, hoy son servicios; por ejemplo la salud, la educación, etc. Por eso es que lo que no genera ganancias en forma inmediata y a gran escala, no merece mayor atención. Entonces no importan los ferrocarriles, ni que los trabajadores viajen como ganado a diario, o que lleven a sus niños a los hospitales públicos apretados y medio asfixiados por una hora, etc. Si los ferrocarriles no sirven y hay que abandonarlos a la buena voluntad de los empresarios privados. Y por qué no hacer lo mismo con otras áreas: concesionemos las escuelas, los hospitales las salas de primeros auxilios, etc. Es ridículo ese planteo que aún hoy se sigue escuchando.
Numerosas denuncias han sido realizadas por parte de los trabajadores, tanto públicas como ante la Comisión Nacional de Regulación de Transporte (Cnrt), la Secretaría de Transporte y su Subsecretaría de Transporte Ferroviario, presidida por un sindicalista del gremio de los maquinistas de “La Fraternidad”. Por ese motivo, fueron son perseguidos, despedidos, suspendidos, golpeados por patotas sindicales, entre otras agresiones. También por organizaciones de ferroviarios, ex ferroviarios o gente con sentido común o patriotismo, como el Movimiento Nacional de Reconstrucción Ferroviaria Argentino (MoNaReFa) al que pertenece Juan Carlos Cena, ex ferroviario y estudioso de los ferrocarriles que recorre las universidades, centros culturales, escuelas, sindicatos y cualquier lugar donde exista un oído perceptivo para tanta injusticia.
El Movimiento Nacional Ferroviario (MoNaFe) que además de denunciar, ha presentado proyectos para la recuperación de los 30000 km de ferrocarriles destruidos, y el desarrollo de nuevas zonas. Con el agregado de proyectos de transporte Multimodal, con la complementación de los transportes terrestres, con medios fluviales y aéreos. Y proyectos de desarrollo y urbanización de zonas que hoy no son productivas, de la mano del desarrollo de los ferrocarriles, etc.
En el Presupuesto 2012 hay un acuerdo entre la Argentina y China para comprar equipamiento ferroviario por 10.000 millones de dólares. Con mucho menos se puede reactivar la industria local para empezar a recuperar los ferrocarriles y generar miles de puestos de trabajo.
Los recursos destinados a seguir reproduciendo el actual modelo de ganancia de unos pocos a costa de las pérdidas de muchos, podrían destinarse claramente a la reconstrucción de los ferrocarriles nacionales. Para ello no necesitamos una nueva empresa, está la nuestra, “Ferrocarriles Argentinos”.
No se trata de discutir técnicamente si hay que quitarle la concesión a TBA, ya sabemos que hay que anular todas las concesiones de los años ’90. El grupo Cirigliano no hizo nada distinto a lo que venían haciendo hace más de 15 años, lo mismo que las patronales de los Romero, Tasselli y Roggio.
Se trata de ver más allá de nuestras narices y decir que se necesita una decisión política de acabar con el robo y la corrupción, que tantas vidas nos siguen costando. Se requiere con urgencia una empresa de ferrocarriles con gestión estatal, con participación de trabajadores y usuarios, que no pierda de vista el carácter de “Servicio Público” que debe tener el ferrocarril. Que tenga como ejes fundamentales la recuperación y ampliación de los Ferrocarriles Argentinos, en complemento con un sistema de transporte multimodal. Para crecimiento del país, generar puestos de trabajo, desarrollar la industria, y principalmente para “dejar de tener muertes absurdas” como las del último 22 de febrero en la estación de Once; que evidencian que el lucro sigue siendo el motor de todos los emprendimientos en Argentina, aún a costa de la vida de su pueblo.
Desde Capital, Alejandro Javier Alvite (Conductor de locomotoras diesel eléctricas del ferrocarril San Martín)
No hay comentarios:
Publicar un comentario