Por Julio A. Louis
A horas del anuncio de nacionalización de Repsol-YPF se le preguntó al
Presidente José Mujica su opinión: sostuvo que era una decisión soberana de
Argentina, que estaba bien que recuperara un recurso estratégico, enmendando el
error anterior de privatizarla, y que rechazaba el “prepo” español y europeo. El Vicepresidente Danilo Astori
manifestó que era una decisión soberana sobre la que Uruguay no opinaba y que
reiteraba que éste era un país seguro para los inversores extranjeros,
conceptos refrendados en una alta reunión empresarial en España. En esa doble
declaración inicial, en la que se expresan más que matices, es observable la
característica dual, ambivalente, o como prefieren denominarla los politólogos,
de “centroizquierda” del gobierno uruguayo.
Mientras, la campaña anti-argentina de la prensa conservadora de
Uruguay es sistemática. Para el Senador del Partido Nacional Sergio Abreu “vivimos entre la prepotencia argentina y la
indiferencia brasileña” ¿Qué hay contradicciones entre ambos países?
Sería ingenuo desconocer las contradicciones en el Mercosur entre Argentina y
Brasil o entre los socios mayores (Argentina y Brasil) y los menores (Paraguay
y Uruguay). No obstante, sale a luz el deseo reiterado de agrietar el Mercosur en
beneficio del bloque burgués dominante, con roles decisivos de Estados Unidos y
la Unión Europea.
El canciller Héctor Timerman ha observado que está en riesgo la unidad del Mercosur,
y con ella agregamos, también la de Unasur y Celac. La persistente campaña
contra Argentina se acompaña de los sondeos y pretensiones para que la UE acuerde tratados con Mercosur
sin Argentina, tan inamistosos e inadmisibles como que el Mercosur pretendiera
acuerdos con la UE
sin Francia. Y como para muestra basta un botón, registremos que el ex presidente Dr. Julio A.
Sanguinetti, juzga que “quedamos
prisioneros de Argentina por error de Vázquez”. ¿Cuál sería este error? “Vázquez tuvo en sus manos un TLC con
Estados Unidos y él mismo dijo que el tren pasaba una sola vez. Después por la
negativa del Frente Amplio desistió del TLC y ahí quedamos prisioneros del Mercosur
y en particular de Argentina.” (“El
País”, 15/4/2012). Los dirigentes blancos y colorados prefieren ser “liberados” por un TLC con EE. UU. que enajene
por décadas la soberanía nacional y explote aún más al pueblo. Se trasunta así
la lucha del bloque de clases dominante contra el bloque alternativo-popular,
aunque en el borde derecho de éste, haya señales de capitulación.
Para combatir eficazmente las intenciones del bloque dominante
del gran capital no basta con denunciar
sus apetencias, sino que es necesario comprender las contradicciones
nacionales, limar asperezas y hacer que no se agudicen beneficiando a los
enemigos comunes. Para ello es básico saber que un rasgo típico del capitalismo
es generar desarrollo desigual entre las
naciones metropolitanas y las colonias, semicolonias o naciones periféricas. Sin
embargo, ese desarrollo desigual no se limita exclusivamente a ellas, sino que
se extiende a lo largo de una cadena a través de centros regionales y locales. Desde
el más apartado productor de la periferia del sistema hasta la compañía o
trasnacional asentada en las metrópolis imperialistas, en los eslabones de la
cadena, la riqueza va quedando en manos de las clases propietarias
(latifundistas, industriales, comerciantes, banqueros). El cuero de un animal
pasa del peón al estanciero, y luego a
las curtiembres, transportistas, despachantes de aduanas hasta la compañía
extranjera, y en cada paso junto al
agregado de valor hay apropiación de plusvalía. En general el desarrollo
desigual se manifiesta en la expansión acelerada de las ciudades y el
estancamiento de las zonas rurales. Y en la cadena hay eslabones, centros económicos y mercantiles o bien
naciones, que operan como “metrópolis
menores” al decir de Vivian Trías *,
teórico marxista uruguayo. En la región -desde los tiempos de la Gobernación del Río de
la Plata a la
de los países actuales- como ciudades Buenos Aires oficia de metrópolis
regional y Montevideo de “sub-metrópoli”, observable en la lucha portuaria entre ellas como en las resistencias que
generan en otras provincias o departamentos.
Las metrópolis nacionales de la región –o las “hermanas mayores” (Argentina y Brasil)- han usufructuado la condición dominante de
diversos modos, desde el despojo territorial a la inundación de programas
televisivos degradantes. Con los gobiernos progresistas –que algo frenan (aunque
no siempre) las apetencias del bloque conservador- las hermanas mayores oscilan
entre la prepotencia consuetudinaria y la protección hacia las menores
(Bolivia, Paraguay, Uruguay). En contrapartida es peligroso que en éstas llegasen a triunfar los planteos
ruines de los capitalistas que cuestionan, por ejemplo, el acuerdo de
intercambio de información tributaria entre Argentina y Uruguay, o los adalides
de cuñas divisionistas al servicio del imperialismo. Pero, atención, la política “proteccionista” del gobierno argentino, aplicada
indiscriminadamente aún contra sus socios menores del Mercosur, genera
fricciones bien aprovechadas por nuestros enemigos.
José Carlos Mariátegui (“Ideología
y política” escrito en 1930) expone: “Hispanoamérica,
Latinoamérica, o como se prefiera, no encontrará su unidad en el orden burgués.
Ese orden nos divide, forzosamente en pequeños nacionalismos. Los únicos que
trabajamos por la comunidad de esos pueblos somos en verdad, los socialistas,
los revolucionarios. El porvenir de la América Latina es
socialista”. El Mercosur está siendo minado desde afuera
pero también desde adentro toda vez que pequeñas mezquindades del gran capital
predominan. Son complejos, por no decir insalvables, los problemas de la unificación
como el que vive la Unión Europea
y padecen especialmente sus naciones de menor desarrollo relativo (Grecia,
Irlanda, Portugal). Lo fue también el proceso del llamado “campo socialista” al
predominar la nación de mayor desarrollo relativo que impuso formas de tutela y
subordinación. De allí que todo intento
de integración con planificación
nacional, regional o internacional que aspire a proyectarse al socialismo (quizás China o las naciones del Alba) deberá
guardar equilibrios entre los centros fuertes y los débiles, con la óptica política
de favorecer a estos últimos. La advertencia de Mariátegui no debe desoírse.
* Vivian
Trías (1922-1980) es el más destacado teórico marxista uruguayo de la segunda
mitad del siglo XX. , varias veces diputado socialista.
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