El Espejo de Argentina y el Mundo

Año XX - Nº 226 (Segunda época)
Septiembre 2015

20 de mayo de 2012

Las relaciones entre Argentina y Uruguay


Por Julio A. Louis

A horas del anuncio de nacionalización de Repsol-YPF se le preguntó al Presidente José Mujica su opinión: sostuvo que era una decisión soberana de Argentina, que estaba bien que recuperara un recurso estratégico, enmendando el error anterior de privatizarla, y que rechazaba el “prepo” español y europeo. El Vicepresidente Danilo Astori manifestó que era una decisión soberana sobre la que Uruguay no opinaba y que reiteraba que éste era un país seguro para los inversores extranjeros, conceptos refrendados en una alta reunión empresarial en España. En esa doble declaración inicial, en la que se expresan más que matices, es observable la característica dual, ambivalente, o como prefieren denominarla los politólogos, de “centroizquierda” del gobierno uruguayo.


Mientras, la campaña anti-argentina de la prensa conservadora de Uruguay es sistemática. Para el Senador del Partido Nacional Sergio Abreu “vivimos entre la prepotencia argentina y la indiferencia brasileña”  ¿Qué hay contradicciones entre ambos países? Sería ingenuo desconocer las contradicciones en el Mercosur entre Argentina y Brasil o entre los socios mayores (Argentina y Brasil) y los menores (Paraguay y Uruguay). No obstante, sale a luz el deseo reiterado de agrietar el Mercosur en beneficio del bloque burgués dominante, con roles decisivos de Estados Unidos y la Unión Europea. El canciller Héctor Timerman ha observado que está en riesgo la unidad del Mercosur, y con ella agregamos, también la de Unasur y Celac. La persistente campaña contra Argentina se acompaña de los sondeos y pretensiones para que la UE acuerde tratados con Mercosur sin Argentina, tan inamistosos e inadmisibles como que el Mercosur pretendiera acuerdos con la UE sin Francia. Y como para muestra basta un botón,  registremos que el ex presidente Dr. Julio A. Sanguinetti, juzga que “quedamos prisioneros de Argentina por error de Vázquez”. ¿Cuál sería este error? “Vázquez tuvo en sus manos un TLC con Estados Unidos y él mismo dijo que el tren pasaba una sola vez. Después por la negativa del Frente Amplio desistió del TLC y ahí quedamos prisioneros del Mercosur y en particular de Argentina.” (“El País”, 15/4/2012). Los dirigentes blancos y colorados prefieren ser  “liberados” por un TLC con EE. UU. que enajene por décadas la soberanía nacional y explote aún más al pueblo. Se trasunta así la lucha del bloque de clases dominante contra el bloque alternativo-popular, aunque en el borde derecho de éste, haya señales de capitulación.      

Para combatir eficazmente las intenciones del bloque dominante del  gran capital no basta con denunciar sus apetencias, sino que es necesario comprender las contradicciones nacionales, limar asperezas y hacer que no se agudicen beneficiando a los enemigos comunes. Para ello es básico saber que un rasgo típico del capitalismo es generar  desarrollo desigual entre las naciones metropolitanas y las colonias, semicolonias o naciones periféricas. Sin embargo, ese desarrollo desigual no se limita exclusivamente a ellas, sino que se extiende a lo largo de una cadena a través de centros regionales y locales. Desde el más apartado productor de la periferia del sistema hasta la compañía o trasnacional asentada en las metrópolis imperialistas, en los eslabones de la cadena, la riqueza va quedando en manos de las clases propietarias (latifundistas, industriales, comerciantes, banqueros). El cuero de un animal pasa del peón  al estanciero, y luego a las curtiembres, transportistas, despachantes de aduanas hasta la compañía extranjera, y en  cada paso junto al agregado de valor hay apropiación de plusvalía. En general el desarrollo desigual se manifiesta en la expansión acelerada de las ciudades y el estancamiento de las zonas rurales. Y en la cadena hay eslabones,  centros económicos y mercantiles o bien naciones, que operan como “metrópolis menores” al decir de Vivian Trías *, teórico marxista uruguayo. En la región -desde los tiempos de la Gobernación del Río de la Plata a la de los países actuales- como ciudades Buenos Aires oficia de metrópolis regional y Montevideo de “sub-metrópoli”, observable  en la lucha portuaria  entre ellas como en las resistencias que generan en otras provincias o departamentos.  
Las metrópolis nacionales de la región –o las “hermanas mayores” (Argentina y Brasil)-  han usufructuado la condición dominante de diversos modos, desde el despojo territorial a la inundación de programas televisivos degradantes. Con los gobiernos progresistas –que algo frenan (aunque no siempre) las apetencias del bloque conservador- las hermanas mayores oscilan entre la prepotencia consuetudinaria y la protección hacia las menores (Bolivia, Paraguay, Uruguay). En contrapartida es peligroso  que en éstas llegasen a triunfar los planteos ruines de los capitalistas que cuestionan, por ejemplo, el acuerdo de intercambio de información tributaria entre Argentina y Uruguay, o los adalides de cuñas divisionistas al servicio del imperialismo. Pero, atención,  la política “proteccionista” del  gobierno argentino, aplicada indiscriminadamente aún contra sus socios menores del Mercosur, genera fricciones bien aprovechadas por nuestros enemigos.

José Carlos Mariátegui (“Ideología y política” escrito en 1930) expone: “Hispanoamérica, Latinoamérica, o como se prefiera, no encontrará su unidad en el orden burgués. Ese orden nos divide, forzosamente en pequeños nacionalismos. Los únicos que trabajamos por la comunidad de esos pueblos somos en verdad, los socialistas, los revolucionarios. El porvenir de la América Latina es socialista”.   El Mercosur está siendo minado desde afuera pero también desde adentro toda vez que pequeñas mezquindades del gran capital predominan. Son complejos, por no decir insalvables, los problemas de la unificación como el que vive la Unión Europea y padecen especialmente sus naciones de menor desarrollo relativo (Grecia, Irlanda, Portugal). Lo fue también el proceso del llamado “campo socialista” al predominar la nación de mayor desarrollo relativo que impuso formas de tutela y subordinación.  De allí que todo intento de integración  con planificación nacional, regional o internacional que aspire a proyectarse al socialismo  (quizás China o las naciones del Alba) deberá guardar equilibrios entre los centros fuertes y los débiles, con la óptica política de favorecer a estos últimos. La advertencia de Mariátegui no debe desoírse.  
  
* Vivian Trías (1922-1980) es el más destacado teórico marxista uruguayo de la segunda mitad del siglo XX. , varias veces diputado socialista.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario